martes, 29 de julio de 2008

Capitulo 1 o una breve historia? Vosotros decidís.


Cuando la miró a los ojos lo supo. Ella estaba a punto de morir.
Al darse cuenta, notó una presión que desde el interior le oprimía el pecho y, casi al mismo tiempo, un torrente de lágrimas intentó abrirse paso, convirtiendo sus ojos en dos bolas verdes, húmedas y brillantes. Pero no podía permitir que salieran. Trago fuerte saliba, respiró hondo y apretó los dientes.
- Te quiero. - Le dijo ella, con un hilo de voz.
Él entreabrió la boca, pero la presión del pecho le impidió pronunciar una sola sílaba. Quizás había sido mejor así. Sabía que si lo hacía no podría seguir evitando que la lágrima que tenía al borde del párpado inferior de su ojo derecho corriera sin remisión por su cara recién afeitada.

Mientras se afeitaba, sólo unos minutos antes, la madre de ella le había mirado, entre perpleja y horrorizada. "¿Cómo podía ese patán, que se había colado a regañadientes en su familia once meses atrás, estar afeitándose tranquilamente mientras su hija se moría en esa misma habitación?"¨El la ignoró. Como solía hacer.

Utilizando los últimos restos de fuerza de los que disponía, ella levantó su mano derecha y también acarició su mejilla, pero con la palma de los dedos. Al notar la suavidad de la cara de su marido, una sonrisa iluminó su rostro. Sentada en una silla, contemplando la escena desde los pies de la cama, su madre lo notó. Y comprendió. E hizo lo único que podía hacer. Se levantó, salió de la habitación y lloró en silencio, junto a la puerta, esperando el momento.
Antes de que ella volviera a dejar caer su mano sobre la sábana, él se la cogió entre las suyas y, acercándola a sus labios, la beso repetidamente, con suavidad.
- Entonces... - Ella apenas podía hablar, pero inspiró lo profundamente que su debilidad le permitía, y prosiguió.
- Entonces... Pedro ¿Verdad?
Ya no pudo evitarlo por más tiempo, y la lágrima insistente logró su objetivo.
- Sí. Pedro. - Contestó.
Ella sonrió de nuevo, giró la vista a su izquierda, cerró los ojos... y se fue.
Él lloró, sin soltar su mano. Lloró como un niño, como el niño que fue y que nunca lloró así. Hasta que levantó la cabeza y vio cual había sido el último recuerdo que se había llevado. Dónde había dirigido su última mirada. Como pudo se enjugó las lágrimas y respirando entrecortadamente, se levantó y se dirigió hacia allí.
Se inclinó, cogió al bebé de una semana que movía los brazos, aparentemente ajeno a la muerte de su madre, lo llevó hasta el borde de la cama, junto a ella, y se sentó. La miró. Le miró.
- Dile adiós a mamá... Pedro.
Y siguió llorando.
Pero las lágrimas le impidieron ver como Pedro giraba la cabeza hacia afuera con los ojos bien abiertos, algo poco común en un niño de tan pocos días. Y cómo sonreía. Casi reía. Reía como sólo saben hacer los bebes, sobretodo cuando, como él, están mirando a su madre mientras ella, sonriéndole, le acaricia la barbilla.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Me has dejado hecha polvo, realmente has conseguido que me lo crea y que sienta la tristeza y el dolor. Te diría que capítulo 1, pero si sigue en esa línea, no sé si seré capaz de aguantarlo con mi actual estado de ánimo.
Pero, sigue escribiendo, por favor.

Anónimo dijo...

Es recontrajodidamente bueno. Muy ex presivo

Anónimo dijo...

papa es genial me parece que se te da muy bien esto de hacer historias.me ha llegado al alma

Anónimo dijo...

Tienes talento, lo tienes, sí. Para mí, sin duda, lo bueno, si breve... Ya lo expresó en su día el gran Borjes cuando dijo algo así como: ¿para qué escribir una novela si se puede contar lo mismo y mejor en un cuento?