viernes, 11 de julio de 2008

TU VIDA EN 65', o mis cambios de parecer



-"¿Qué tipo de música te gusta?"
-"De todo... Pop, rock, baladas... ¿Y a tí? ¿Qué música te gusta?"
-"De todo también. Freddie Mercury, Kurt Cobain... y el que me alucina de verdad es Jim Morrison."
-"Todos están muertos..."
-"Eso que me ahorro en conciertos."

Esta es una de esas películas que, cuando te pasa lo que me ha pasado a mi con ella, nunca olvidas y, a pesar de que al principio no te gustaba, volverás a ver más de una vez.
¿Que qué me ha pasado? Vereis. A lo largo de la peli, he transitado por varios estados. Me ha empezado (y siento mucho decir esto, aunque estoy seguro que se debe a haberla comenzado a ver de rebote, con un minuto pasado, sin intención, por ver algo) a aburrir. Pero no a aburrir de "que torro", si no de "bueno, si me duermo tampoco me pasa nada". Veía al protagonista salir corriendo cada dos por tres dejando a sus amigos tirados (sus amigos, para mi lo mejor de la peli) sin ningún sentido, y con cara de lelo sonriente todo el tiempo, incluso en momentos dramáticos poco apropiados. Pero poco a poco, sus frases, alguno de sus diálogos, alguno de sus personajes... me han ido enganchando. Pero sin darme cuenta. No era consciente de ello. Seguía opinando lo mismo... pero no. Es raro de explicar (lo es de entender para mi...). Y al final, tras el último crédito, me he dado cuenta de que estaba tan enamorado de esa pequeña película que acababa de ver como Ignacio de la mano del coche amarillo o Francisco del chico de los lápices mordidos.
La historia es de Albert Espinosa, autor también de Planta 4ª y, como aquella, combina la amistad, la muerte y el humor de una manera natural, sin complejos, haciendo que los tres conceptos bailen con el amor unos pasos que parecen improvisados, gracias al estilo que le ha imprimido a la peli su directora, María Ripoll. Cabalga entre el drama (sin recrearse en exceso en sentimentalismos) y la comedia (muy suave, nada de carcajadas (sonrisas cómplices)).
De los actores, lo dicho. No me gusta Pereira (en esta peli hablo), que le vamos a hacer. Tamara Arias es para mi todo un hallazgo, por la sensibilidad que transmite. Y Marc Rodriguez y Oriol Vila, pues eso, que de lo mejor de la peli. Sus apariciones/conversaciones son las más frescas, el ingrediente que consigue que la historia pase con más facilidad sorteando los momentos más dramáticos, que los hay.
Y es de esas películas que, pasado tiempo después de verla, te hace que sigas pensando y reflexionando. Y eso es bueno. Muy bueno.
No me resisto a acabar con otra frase, para mi impagable, que dice Ignacio en la fiesta, con un plato de cartón en la mano. Y sobre ella hablaré otro día.
-"Está bien el diseño de los platos desechables para las fiestas. Hay que tener gusto. Los hacen bonitos para que los compres, pero no lo suficientemente bonitos para que les cojas afecto, y al final de la fiesta los puedas tirar a la basura. Sobrios pero con vida propia."

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