sábado, 8 de agosto de 2009

HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE, o El principio del fin





Porque en esta sexta entrega ya se nota que se acerca el final, aunque los señores de Warner nos lo quieran alargar más de lo indicado.

Para empezar, de nuevo protestar por el mal uso de las traducciones, no sólo en los diálogos y títulos de películas, si no también en el de los libros. Vamos a ver. Sabemos desde las primeras entregas que a los magos hijos de muggles, se les llama, despectivamente, "sangre sucia" en castellano, o en inglés, "half-blood". Bien. El título original de la novela y la película es "Harry Potter and the half-blood prince". El problema empieza cuando aquí lo traducimos como "príncipe mestizo". No te enteras de qué significa el título ni a que viene ese nombre, porque hasta la fecha se les llamaba sangre sucia, no mestizos. Y luego, dentro de la historia, sí se les llama como siempre. En fin. El lío de siempre.

Pero lingüística aparte, estamos ante una de las mejores entregas de la saga, pese a lo que sus detractores argumentan: parece una película de teenagers, una historia de jóvenes que se enamoran y hacen el tonto por ello. Pues en buena parte de su metraje lo es. Pero es que Harry y sus amigos ya están en la edad. Lo contrario sería lo extraño. Entre hechizo y hechizo, las hormonas hacen de las suyas, y generan situaciones divertidas, que aligeran un poco (hay que pensar en el público más joven) la oscuridad y tensión del film.

Siento que ya sea firme la decisión de dividir el último de los libros de la saga en dos películas, porque eso puede perjudicar a la continuidad de la historia.

Efectos especiales espectaculares, algunas escenas con una magnífica factura, y una historia que que te deja (es su pretensión) pidiendo más. De nuevo Harry no defrauda a sus seguidores.

Lástima que esto se acabe.

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